viernes, 21 de diciembre de 2012

!FELICES NAVIDADES ALEJANDRA!





Que hagas muchos amigos en tu nuevo instituto.
!FELICES NAVIDADES!




Que lo pases muy bien Alejamdra


feliz navidad


LA MAS BESTIAL, MEJOR, INCREIBLE, NAVIDAD QUE TU PASES ALEJANDRA







                                         !!!QUE PASES LA MEJOR NAVIDAD DE TU VIDA!!!.Mi amiga y siempre amiga alejandra.

Eliezer

q te balla bien y q tengas un felis año nuevo

Florencia

Alejandra espero que te lo pases bien Finisterre y te deseo FLIZ NAVIDAD y FELIZ AÑO NUEVO.

Para Alejandre Vaquero

               FELIZ NAVIDAD








QUE TENGAS FELICES FIESTAS

        Espero que tengas muchos compañeros  y te lo pases muy bien en tu nuevo instituto,te extrañaremos mucho erres la mejor.



FELIZ NAVIDAD Y AÑO 2013

ZELTIA

yelisa morales

Alejandra te echaremos mucho menos eres la mejor amiga de mundo espero que te lo pases muy bien Feliz navidad y Feliz año nuevo

felices fiestas mohamed


FELIZ NAVIDAD

 





        Para Alejandra, una chica fantástica de la que nunca nos olvidaremos.

                         Ana                   

Feliz Navidad Alejandra


Feliz navidad,Alejandra



              Adiós y que hagas muchos amigos allí
                                            ¡SUERTE!

FELICIDADES


Feliz Navidad


       Para Alejandra,una amiga que nunca olvidaré.Con cariño,

Fernanda Quintás

Felicidades Alejandra

Felicidades Alejandra, espero que pases una buena Navidad y que te valla bien en tu nuevo instituto.


                                                     Paula

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Alejandra Vaquero.

En Mar de Fóra
a penas se percibe a luz do día.
E o frío arde
nos tombos da mudez máis arraigada.
E todo fica estraño
e silencioso
como unha sombra
enxoita de paisaxes.
En Mar de Fóra
adoito se mesturan
as artes do tributo máis efémero:
herdanza de salitre
-a nosa-
de homes e mulleres salitrosos.
Porque levamos no silencio
o rostro e a palidez salgada do traballo.
Ese traballo inxel
de remendar nas redes do encaixe máis absurdo.
En Mar de Fóra
as redes son o berce
onde aniñamos, nós,
alén da luz escura
que nos sinala o día.

Alejandra y Finisterre.

Pero nada cambia
todo fica
no mesmo lugar
atemporal, inamovible
son as mesmas paisaxes,
os mesmos silencios
as mesmas ondas
xa non hai parellas
enlazadas pola rúa
nin estraños rituais
nin frustracións perversas,
nin poetas
porque nada cambia
agás os ollos
con que se ve
o tempo
     (Modesto Fraga 1978)

martes, 18 de diciembre de 2012

Para practicar la lectura comprensiva.

LA FE

—Quizá es que no me quieres.
—Te quiero.—¿Cómo lo sabes?
—No lo sé. Lo siento. Lo noto.
—¿Cómo puedes estar seguro de que lo que notas es que me quieres y no otra cosa?
—Te quiero porque eres diferente de todas las mujeres que he conocido en mi vida. Te quiero como nunca he querido a nadie, y como nunca podré querer. Te quiero más que a mí mismo. Por ti daría la vida, me dejaría despellejar vivo, permitiría que jugasen con mis ojos como si fuesen canicas. Que me tirasen a un mar de salfumán. Te quiero. Quiero cada pliegue de tu cuerpo. Me basta mirarte a los ojos para ser feliz. En tus pupilas me veo yo, pequeñito.
Ella mueve la cabeza, inquieta.
—¿Lo dices de verdad? Oh, Raül, si supieses que me quieres de veras, que te puedo creer, que no te engañas sin saberlo y por lo tanto me engañas a mí... ¿De verdad me quieres
—Sí. Te quiero como nadie ha sido capaz de querer nunca. Te querría aunque me rechazaras, aunque no quisieras ni verme. Te querría en silencio, a escondidas. Esperaría que salieses del trabajo nada más que para verte de lejos. ¿Cómo es posible que dudes de que te quiera?
—¿Cómo quieres que no dude? ¿Qué prueba real tengo de que me quieres? Sí, tú dices que me quieres. Pero son palabras, y las palabras son convenciones. Yo sé que a ti te quiero mucho. Pero ¿cómo puedo tener la certeza de que tú me quieres a mí?
—Mirándome a los ojos. ¿No eres capaz de leer en ellos que te quiero de verdad? Mírame a los ojos. ¿Crees que podrían engañarte?Me decepcionas.
—¿Te decepciono? No será mucho lo que me quieres si te decepcionas por tan poco. ¿Y todavía me preguntas por qué dudo de tu amor?
El hombre la mira a los ojos y le coge las manos.
—Te quiero. ¿Me oyes bien? Te quiero.
—Oh, «te quiero», «te quiero»... Es muy fácil decir «te quiero».
—¿Qué quieres que haga? ¿Que me mate para demostrártelo?
—No seas melodramático. No me gusta nada ese tono. Pierdes la paciencia enseguida. Si me quisieras de verdad no la perderías tan fácilmente.
—Yo no pierdo nada. Sólo te pregunto una cosa: ¿qué te demostraría que te quiero?
—No soy yo la que tiene que decirlo. Tiene que salir de ti. Las cosas no son tan fáciles como parecen.—Hace una pausa. Contempla a Raül y suspira—. A lo mejor tendría que creerte.
—¡Pues claro que tienes que creerme!
—Pero ¿por qué? ¿Qué me asegura que no me engañas o, incluso,que tú mismo estás convencido de que me quieres pero en el fondo, sin tú saberlo, no me quieres de verdad? Bien puede ser que te equivoques. No creo que vayas con mala fe. Creo que cuando dices que me quieres es porque lo crees. Pero ¿y si te equivocas? ¿Y si lo que sientes por mí no es amor sino afecto, o algo parecido? ¿Cómo sabes que es amor de verdad?
—Me aturdes.
—Perdona.
—Yo lo único que sé es que te quiero y tú me desconciertas con preguntas. Me hartas.
—Quizá es que no me quieres.


Disfraces




Aunque pueden resultar un tanto infantiles, son muy úitles para encandilar al adversario.Los más habituales son los de "tigresa", "angelito" y "mosquita muerta" para ellas, y los de "tipo duro", "lobo con piel de cordero" y "Peter Pan" para ellos.
Algunas jugadoras, además, llevan preparado en una maletita el de "príncipe azul", para colocárselo al primero que pase.


Náufragos.

 
(Esteban Padrós de Palacios)

"La balsa, abandonada a los caprichos de la corriente y sin ninguna voluntad que la rigiera. Unas tablas carcomidas. Un palo con unos calzoncillos flotando al viento. Dos hombres echados sin que el sol pudiese herir, ya, sus pupilas ausentes.
-Tengo sed -dijo García, que era un náufrago vulgar.
La balsa entraba, en aquel momento, en la playa de Miami. Canoas, bañistas, mujeres extraordinarias.
-Oigo voces...
-Espejismo -sentenció García, siempre mirando al sol.
-Sí, espejismo...
Los bañistas comentaron:
-Qué gentes más raras. Ya no saben qué hacer para llamar la atención.
-Yo lo encuentro de mal gusto...
Y la corriente, poco a poco, arrastró de nuevo la balsa hacia el océano Atlántico. Los dos náufragos iban llegando a este punto en que resulta tan difícil morir...

Hoxe visitamos o Forum.


domingo, 16 de diciembre de 2012

Arriad el foque

¡Arriad el foque!, ordena el capitán. ¡Arriad el foque!, repite el segundo. ¡Orzad a estribor!, grita el capitán. ¡Orzad a estribor!, repite el segundo. ¡Cuidado con el bauprés!, grita el capitán. ¡El bauprés!, repite el segundo. ¡Abatid el palo de mesana!, grita el capitán. ¡El palo de mesana!, repite el segundo. Entretanto, la tormenta arrecia y los marineros corremos de un lado a otro de la cubierta, desconcertados. Si no encontramos pronto un diccionario, nos vamos a pique sin remedio
                                         Ana María Shua.

El naufragio,

 

La tormenta arreciaba y supo que el bajel no aguantaría. Sin mujeres ni niños a quien salvar, decidió luchar por los libros. Cogió las cartas de navegación y construyó un barco con cada una de ellas.

Cuentan que, mientras el bajel se hundía, el capitán sonreía en cubierta
                                      Luisa Hurtado González






Los minutos posteriores a las 4.30 fueron muy oscuros en la zona de la torre de Hércules. El Observatorio Meteorológico de La Coruña registró en ese momento vientos superiores a los 100 kilómetros por hora, con una visibilidad inferior a los 100 metros. Eso significaba que, desde el puente del buque, no podría verse más que la mitad de la eslora del casco. La proa quedó oculta bajo un diluvio.

El práctico perdió de vista al petrolero. Llamó por radio al Sertosa 22 y preguntó si veía en su radar al buque. Sí; allí estaba el luminoso punto verde, correctamente colocado en medio de la enfilación. Pero un punto no tiene proa ni popa, de forma que era imposible saber que el Mar Egeo navegaba entonces en una trayectoria que le conducía directamente contra la costa. En efecto, a las 4.35 el rumbo del petrolero era de 190, bastante alejado de los 108 previstos. Los radares sufrieron las consecuencias de la tormenta eléctrica, y desde la pantalla del Sertosa 22 dejó de verse momentáneamente el eco del petrolero. Para el práctico, sólo quedaba avanzar por la enfilación en busca del buque mientras era sacudido por el duro y repentino chubasco.

A las 4.55 la lluvia amainó y el práctico pudo contemplar al buque embarrancado. El Mar Egeo estaba firmernente metido en las piedras hasta la mitad de la eslora y con el tercio de popa flotando a merced de las olas, cimbreándose y amenazando con partirse en dos [lo que finalmente ocurrió a las 10.07 de ese día 3. Siete de sus nueve tanques estallaron entonces en llamas]. El práctico acercó su lancha hasta el buque y, no sin grandes dificultades, ascendió por la escala respirando un penetrante hedor a crudo. Cuando remontó hasta el puente para ponerse a disposición del capitán, la máquina del buque estaba parada. La investigación de los hechos está en marcha desde ese 3 de diciembre, tanto por el juez como por la Comisión de Investigación de Siniestros de Marina Mercante.

JUAN CARLOS ARBEX 07/04/1993
http://www.elpais.com/articulo/espana/ultimas/millas/Mar/Egeo/elpepiesp/19930407elpepinac_7/Tes

viernes, 14 de diciembre de 2012

Poemas para recitar. Coged uno.

Balada o epigrama (Luís García Montero)

Tú que has sido Disc-jockey más o menos,
por el sueño de tu generación,
sabrás seguramente que la vida
es un disco con dos revoluciones
que dura siempre, amor, nunca se raya,
nunca se raya, amor, nunca se reaya,
nunca se raya, amor,
nunca se raya.

Todo amor es efímero (Ángel González)

Ninguna era tan bella como tú
durante aquel fugaz momento en que te amaba:
mi vida entera.




 (Josefa Parra)
II -Del olfato

La vainilla; el espliego; el verdín; la canela.
A veces un aroma delgado como de agua,
como de nube o lluvia; a veces un violento
perfume que recuerda la piel de una gacela,
el sudor y la sangre de un animal en celo.
Pero siempre, al final, la vainilla, el espliego
...

Entre tú y yo (Blanca Andreu)

Entre tú y yo no hay ningún no.

Pablo Neruda.

El amor nace del recuerdo,
vive de la inteligencia
y muere por olvido




Regalo para todos por las notas de lengua.


miércoles, 12 de diciembre de 2012

Máis orfos.

Los huérfanos



"Mais eu de quen quería falar precisamente era de Isolina. De Isolina González... É a historia de Isolina. A nena de Maniños á que levaron con dous anos ao orfanato de Ferrol, en 1947. O pai, Xaime Vizoso, era un antifascista e foi asasinado ese ano por esbirros de Franco. Levárono camiño do cemiterio de Barallobre. Torturárono até o linde da tortura. Cortáronlle os dedos e metéronllos nos petos. Despezárono. Cando morreu, estaba feito cachizas, como o ceo do que fala Lorca en Oficina e denuncia. Un home esnacado na luxación da noite. A nai non puido soportar aquel martirio e morreu ao puco, despois de perder tamén a crianza que levaba no ventre. E Isolina foi ao orfanato cun irmán pequeno, nin andaba o neno. "Era un abrazo, tiña o tamaño dun abrazo", dime Isolina. Alí estivo, naquel lugar de medo, de ocultación, até os 18 anos. Traballaba como unha escrava, apenas lle aprenderon a ler e escribir. Todo o día traballaba Isolina, secadra a mellor costureira do mundo sen sabelo. Facía bordados imposíbeis e zurcidos invisíbeis. Facía o que ninguén sabía: enfiar o chiffon dos veos das monxas. Fixo un mantel para a casa da muller dun capitán xeneral e deseñado para cen convidados. E fixo tamén as cen servilletas ben bordadas coas mesmas cores da cerámica inglesa da vaixela. Isolina só podía ver o exterior por un ventano. Era como o ollo do cosmos, que daba a luz. Así é a ollada de Isolina. O que di dá luz. A súa boca é a da literatura. Por ela fala a condición humana.
Aos 18 anos puido partir para Estados Unidos porque alí tiña familia emigrante que á fin a acolleu. Casou. Tivo cinco fillos. As que ela pasou! Unha versión galega d'As cinzas de Ánxela. O apelido González, venlle da voda cun portorriqueño. Volveu a Galicia, á Coruña. Os fillos eran cidadáns norteamericanos. Co tempo, o maior volvería a América. Pasou mil traballos, mais quería ser médico e á fin entrou na universidade máis prestixiosa, un lugar de culto para a mediciña americana: Harvard. Tamén Isolina volveu a USA. Esta vez non para pasar calamidades, senón para estudar. Pasou por Brooklyn College con éxito. Agora estase a doctorar na City University of New York. Os seus estudos abranguen toda a literatura peninsular e Latinoamericana. O fillo médico pagou os estudos de literatura á nai. E a nai ten unha misión na cabeza: escribir a historia de todos aqueles que ela coñeceu e non a pudieron escribir." (MANUEL RIVAS: A galega de Manhattan. El País, ed. Galicia, Galicia, 24/10/2008, p. 8)

La Cerillera. Hans Christian Andersen.

 


Hans Christian Andersen escribió hace muchos años este bello, triste y emotivo cuento situado en la noche de San Silvestre. Una historia que nos recuerda que jamás debemos perder la ilusión por conseguir aquello que anhelamos.

Era la noche de San Silvestre, la última noche del año. Todo el mundo en la ciudad se apresuraba para llegar pronto a sus casas y refugiarse del frío y la nieve. Iban muy abrigados, y algunos llevaban regalos de Navidad. Tras los cristales ardía la leña en las chimeneas y había agradables aromas de los manjares preparados para la cena de aquella noche.

En medio del ir y venir, un pequeña chiquilla vendía fósforos para ganar algo con que comprar siquiera un pedazo de pan. - Compren fósforos, lo mejor para encender fuego. ¡Compre cerillas, señor! Pero la gente apenas escuchaba su débil voz y desde luego, por nada del mundo sacarían las manos de sus tibios bolsillos con el frío que hacía.

Poco a poco, la noche se fue acercando y la calle se quedó desierta. -¡Fósforos, fósforos! ¡Cerillas para la lumbre! –Pero la pobre cerillera pronto comprendió que no vendería nada más aquel día. Terminó pronto de contar las escasísimas ganancias. No podía volver así a su casa: sin llevar consigo algo de alimento para su familia.

Pensó que quizá sus padres se enfadaran con ella por no haber sido capaz de vender más, eran tan pobres y tantas bocas que alimentar, que la más mínima cantidad marcaba una gran diferencia. ¡Si por lo menos no hiciera tanto frío! Tenía los deditos entumecidos, la nariz helada y le dolía mucho la garganta. Si se atreviera a encender una cerilla, sentiría un poco de calor...

Al fin y al cabo, en su casa haría el mismo frío que en la calle, pues durante todo el invierno el agua de lluvia se había abierto camino entre las rendijas del tejado, formando goteras y el viento soplaba a través de lo cartones que formaban las paredes de su humilde casita. Se refugió en la esquina que formaban dos casas muy elegantes y con mucho cuidado para no destaparse, encendió un fósforo.

Y la luz del fósforo al arder le mostró una acogedora estancia donde ardía el cálido fuego de la chimenea al lado de una mesa con humeante comida. Las llamas se reflejaban en las paredes creando figuras danzarinas y la pobre cerillera incluso podía sentir el calor de una manta sobre sus rodillas. Al apagarse, la niña volvió a la oscura y fría realidad.

-Si pudiera ser todo el rato así...- Se lamentó la chiquilla –Encender otro fósforo no marcará ninguna diferencia, y sin embargo es tan agradable su luz... Y procedió a prender la llama que esta vez le mostró un salón bellamente adornado, con un árbol de navidad adornado con infinidad de pequeñas velitas centelleantes. Bajo él, los regalos esperando a ser abiertos por niños ilusionados.

Al apagarse el segundo fósforo, la pequeña volvió a sentirse sola, en la noche acariciada por los copos de nieve que caían sin cesar, casi a oscuras, sentada en la calle y aterida de frío. - Encenderé otra cerilla – decidió la niña, pues las ilusiones que le brindaba la luz conseguían apartarla, siquiera por un momento, de la insensible realidad

Y así lo hizo, sostuvo la madera encendida delante de sus ojos y esta vez se vio a sí misma sentada a la agradable mesa al lado de la chimenea, tomando una sopa caliente que reconfortó su enfermo cuerpo. Y también era ella la que se acercó al majestuoso árbol de navidad para abrir los regalos que en su corta vida nunca había recibido.

Tan agradable y tan nueva era la sensación para la chiquilla, tan gratificante sentir el calor del hogar, que esta vez, cuando se consumió la cerilla, sólo quedó junto a la esquina de las elegantes casas el pequeño cuerpecito de la vendedora de fósforos, pues su alma se negó a regresar a esa realidad que la había ignorado hasta el momento

martes, 11 de diciembre de 2012

La historia de Asunción

Nací en la calle Camino de la Iglesia, en Monelos, donde residía mi familia, formada por mis padres, Pepe e Isabel, y mi hermano Emilio. Mi único colegio fue el de La Milagrosa, donde también estaba la Casa Cuna, al comienzo de la antigua carretera de Carballo, en donde estudié hasta los ocho años, puesto que mi madre se vio obligada a ingresarme allí al poco tiempo de haber nacido porque no podía mantenerme.
Asunción, en primer planoDurante todos esos años, sólo la pude ver cuando me hacía visitas y la única familia que tuve fueron los niños y niñas que se criaron conmigo en la Casa Cuna, con quienes jugaba a la mariola, la cuerda y el aro de madera. El resto del tiempo lo pasábamos estudiando y pensando en que nos sacaran de paseo para poder conocer algo del exterior.
Recuerdo que algunos días nos llevaban andando en fila hasta los jardines de Méndez Núñez, lo que para nosotras era una distancia muy grande, ya que la Casa Cuna estaba entonces muy alejada del centro de la ciudad y detrás de ella estaba la antigua Granja Agrícola, por lo que por allí solo pasaban unos pocos coches, los camiones del Ejército y el trolebús de Carballo.
Cuando nos llevaban a los jardines, nos daban una bolsita de trapo con la merienda que muchas veces ya nos comíamos por el camino, aunque otras nos obligaban a tomarla sentadas ya en el centro, acompañadas por las monjas y sin poder movernos de aquel lugar, ya que si nos perdíamos de vista nos castigaban.
Cuando cumplí los ocho años tuve la suerte de que mis tíos de Madrid, Ramón y Lola, me sacaron de la Casa Cuna y me criaron, por lo que puedo decir que desde ese momento fueron mis verdaderos padres. Durante los años que viví en Madrid trabajé como aprendiz en un laboratorio de perfumes y, como mis tíos, no quisieron que dejara de ver a mi madre, me mandaban todos los años a pasar unos días a su casa.
Una de esas visitas me valió para conocer a un amigo de la infancia del cual no me acordaba, Juan Gestal Riveiro, quien después se convertiría en mi marido. Mi reencuentro con él se produjo cuando sacudía una alfombra en la ventana y no me enteré de que él pasaba por debajo, por lo que me llamó la atención y al verme me preguntó si me acordaba de él, ya que algunas veces había ido con su madre y la mía a visitarme a la Casa Cuna.
Aquel momento fue el comienzo de nuestra relación, que poco tiempo después nos llevaría hasta el altar, tras lo que llevamos más de 40 años casados de total felicidad, en los que hemos tenido dos hijas, Yolanda y María Elena. Gracias a estos años, pude olvidar los malos momentos que viví en mi niñez en la Casa Cuna, hasta que mis tíos me sacaron de allí.
Asunción y su esposo, JuanDurante todos estos años hemos seguido viéndonos con mis antiguas amigas del colegio y de la Casa Cuna, como Andrea, Mari Luz, Mari Carmen, Tere, Dorinda, Cristina, María, Belén, Carmiña y Fina, con quienes me une una gran amistad y con las que me veo casi todos los fines de semana.
En nuestra juventud pasábamos los fines de semana en los bailes del Finisterre, Círculo de Artesanos, La Granja y El Seijal, tanto en invierno como en verano, aunque en esa temporada también acudíamos en pandilla a La Solana y a la playa de Santa Cristina. Cuando paseábamos por los calles de los vinos nos pasábamos unos buenos ratos en bares como La Bombilla, Siete Puertas, Otero, Oasis y Victoria, que siempre estaban llenos de gente, por lo que había que espabilarse para conseguir una mesa, en la que después nos pasábamos toda la tarde contándonos las cosas que nos pasaban a diario.
Durante mi noviazgo, como vivíamos cerca del cine Monelos, acudíamos al mismo casi todos los días, ya que era un cine de barrio muy acogedor y cada dos días después cambiaba de película. En Semana Santa, aprovechábamos para hacer entre todos una excursión a Sevilla para vivir de cerca las procesiones. Lo peor era el viaje en autocar hasta allí, porque se tardaban muchas horas en llegar y lo hacíamos baldados.
Una vez casada, mi marido no quiso que trabajara y, como tenía mucho tiempo libre, algunas de mis amigas me convencieron para que entrara en la coral de la que formaban parte, en la que sigo después de más de veinte años.
El texto procede de ; http://blog.laopinioncoruna.es/laciudadquevivi/2010/06/27/una-infancia-en-la-casa-cuna/

Zapatones

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"Me fastidia mucho que algunos digan que he sido un ladrón y que bebo demasiado. Les pido respeto". Zapatones pronuncia estas palabras frente a una periodista de EL CORREO GALLEGO. "No quiero ocultar nada. He sido un crápula, y he estado en la cárcel", dice. Y así comienza esta entrevista al que, seguramente, es el vecino de Compostela más famoso del mundo, aunque sean realmente muy pocos los que le conozcan de verdad.
- ¿Cuál es tu nombre?
- Juan Carlos Lama Basas.
- ¿En dónde has nacido?
- Creo que fue en Puente del Puerto, un pueblo que pertenece al ayuntamiento de Camariñas.
- ¿No lo sabes seguro?
- Me abandonaron cuando era un bebé. A una edad ya prudente empecé a investigar quiénes podrían ser mis padres, y creo que nací en este lugar en el año 1954. Mi madre, al parecer, se dedicaba a vender pescado, aunque nunca lo sabré con certeza. En mi carné de indentidad pone que soy hijo de José y María.
- ¿Quién te recogió?
- Me llevaron a la Casa Cuna de A Coruña, que era de las Hermanitas de La Caridad. Estuve hasta los seis años, y después me trasladaron al colegio de los Salesianos en la ciudad herculina y, después, a la de Cambados. En este último lugar, como no era buen estudiante, trabajé en las vaquerizas, las viñas y el campo. Los religiosos también me consiguieron trabajo como camarero en un restaurante muy famoso por entonces, el Fariña, que ahora ya no existe. Le agradezco mucho a mi madre que no me haya tirado a un contenedor, y a los Salesianos todo lo que han hecho por mí. Estuve con ellos hasta que me fui a la mili. Fueron mis auténticos padres.
- ¿Y por qué dices que eras un crápula. Qué has hecho?
- Estuve en la cárcel. He robado algunas veces dinero, y lo reconozco, aunque siempre fue al despiste. Nunca amenacé ni le causé daño a nadie. No sé por qué lo hice, sería cosas de niños... Pero también tengo que decir que en otras ocasiones he pagado delitos sin ser el culpable. Me acusaron sin razón. También estuve en la prisión militar de A Coruña por desacato.
- ¿Por qué, que pasó?
- En la mili tenía un sargento prepotente que me atacaba por no tener padres ni recursos, y un día me encaré con él. Me condenaron a cuatro años, aunque me indultaron antes de un año.
- ¿Cómo llegaste a convertirte en el peregrino Zapatones?
- Cuando trabajaba en el restaurante Fariña hice mi primera peregrinación con el hijo de los dueños del local. Fue un solo día, y desde Cambados, pero me atrapó. Después, al salir de la cárcel militar, andaba de parra en parra, y un día en Santiago, mirando a la Catedral, lo pensé. Resulta que Daniel Otero, un comerciante que estaba cerca de Platerías, tenía un muñeco vestido de peregrino. Le pedí el traje, y así fue... Una de sus nueras, Marisa, me decía "eres un zapatones", y me gustó. De este modo logré ganarme honradamente la vida y empecé a sentir que la sociedad me abría, por fin, las puertas. No pedía nada, pero la gente me daba dinero por hacerse fotos conmigo, y me dejé la barba

lunes, 3 de diciembre de 2012

Benedetti.

BEATRIZ (Las estaciones), Privamera con una esquina rota

Las estaciones son por lo menos invierno, primavera y verano. El invierno es famoso por las bufandas y la nieve. Cuando los viejecitos y las viejecitas tiemblan en invierno se dice que tiritan. Yo no tirito porque soy niña y no viejecita y además porque me siento cerca de la estufa. En el invierno de los libros y las películas hay trineos, pero aquí no. Aquí tampoco hay nieve. Qué aburrido es el invierno aquí. Sin embargo, hay un viento grandioso que se siente sobre todo en las orejas. Mi abuelo Rafael dice a veces que se va a retirar a sus cuarteles de invierno. Yo no sé por qué no se retira a cuarteles de verano. Tengo la impresión de que en los otros va a tiritar porque es bastante anciano. Jamás hay que decir viejo sino anciano. Un niño de mi clase dice que su abuela es una vieja de mierda. Yo le enseñé que en todo caso debe decir anciana de mierda. Otra estación importante es la primavera. A mi mamá no le gusta la primavera porque fue en esa estación que aprehendieron a mi papá. Aprendieron sin hache es como ir a la escuela. Pero con hache es como ir a la policía. A mi papá lo aprehendieron con hache y como era primavera estaba con un pulóver verde. En la primavera también pasan cosas lindas como cuando mi amigo Arnoldo me presta el monopatín. Él también me lo prestaría en invierno pero Graciela no me deja porque dice que soy propensa y me voy a resfriar. En mi clase no hay ningún otro propenso. Graciela es mi mami. Otra cosa buenísima que tiene la primavera son las flores. El verano es la campeona de las estaciones porque hay sol y sin embargo no hay clases. En el verano las únicas que tiritan son las estrellas. En el verano todos los seres humanos sudan. El sudor es una cosa más bien húmeda. Cuando una suda en invierno es que tiene por ejemplo bronquitis. En el verano a mí me suda la frente. En el verano los prófugos van a la playa porque en traje de baño nadie los reconoce. En la playa yo no tengo miedo de los prófugos pero sí de los perros y de las olas. Mi amiga Teresita no tenía miedo de las olas, era muy valiente y una vez casi se ahogó. Un señor no tuvo más remedio que salvarla y ahora ella también tiene miedo de las olas pero todavía no tiene miedo de los perros. Graciela, es decir mi mami, porfía y porfía que hay una cuarta estación llamada elotoño. Yo le digo que puede ser pero nunca la he visto. Graciela dice que en elotoño hay gran abundancia de hojas secas. Siempre es bueno que haya gran abundancia de algo aunque sea en elotoño. El elotoño es la más misteriosa de las estaciones porque no hace ni frío ni calor y entonces uno no sabe qué ropa ponerse. Debe ser por eso que yo nunca sé cuándo estoy en e otoño. Si no hace frío pienso que es verano y si no hace calor pienso que es invierno. Y resulta que era elotoño. Yo tengo ropa para invierno, verano y primavera, pero me parece que no me va a servir para elotoño. Donde está mi papá llegó justo ahora elotoño y él me escribió que está muy contento porque las hojas secas pasan entre los barrotes y él se imagina que son cartitas mías.


Don Mario Benedetti

domingo, 2 de diciembre de 2012

Eduardo Quintás, del país de Onetti y Benedetti.

   Este jueves ha sido de nuevo día de encuentro. Día afortunado en el que hemos tenido el privilegio de compartir con Eduardo la memoría. Montevideo no está lejos de Coruña en la mirada de Eduardo que nos conduce  con su melodía y sus voces, las sensaciones y los aromas que ocupan nuestra imaginación, ya que no nuestros sentidos,  a la Santa María de Onetti con un paisaje de fondo el Buenos Aires cercano.
   Eduardo, hijo de gallegos (gallego es en él término polisémico), llega a Galicia dejando atrás El Corralito argentino-uruguayo y en esperanza de un futuro mejor. Con él  su familia , detrás más familia y un mundo conocido.
   Javier y Eliezer le preguntan sobre su edad, cuándo cambía su vida y sobre el aprendizaje que supuso la experiencia. Nos habla también Eduardo de los sabores, aquí, imposibles de la pizza, de la fariña ... Bajo el paraguas de su experiencia vital hemos reflexionado una vez  más sobre las diferencias que nos unen, nos integran y nos individualizan. De nuevo el privilegio de compartir y de reconocernos en el otro.
   Eduardo define su visión de la vida con una frase "Lo seguro es el cambio". Una visión optimista del hijo de emigrantes que, en un rulo temporal, emigra. Un puente de generaciones que parte de sus padres y llega a sus hijos y con Fernanda a todos nosotros.

Las fresas en Mayo (Batania)

Siempre le pedía fresas a mi madre
y mi madre me gritaba
las fresas en mayo
las fresas
en mayo.

Y cuando mayo
yo era un bosque de fresas
y en las piernas fresas
y en las muñecas
y en el puente de la risa.

Pero desde que la ingeniería genética
ha demostrado
que las fresas antiguas se equivocaban,
las tengo de enero a diciembre,
el lunes y el martes,
el miércoles
y el remiércoles
y también el treinta y siete
de abril.

Y ahora todo es
un cansancio de fresas
y un tres por dos
y un bah