La tormenta arreciaba y supo que el bajel no
aguantaría. Sin mujeres ni niños a quien salvar, decidió luchar por los libros.
Cogió las cartas de navegación y construyó un barco con cada una de
ellas.
Cuentan que, mientras el bajel se hundía, el
capitán sonreía en cubierta
Luisa Hurtado González
Los minutos posteriores a las 4.30 fueron muy oscuros en la zona de la torre de Hércules. El Observatorio Meteorológico de La Coruña registró en ese momento vientos superiores a los 100 kilómetros por hora, con una visibilidad inferior a los 100 metros. Eso significaba que, desde el puente del buque, no podría verse más que la mitad de la eslora del casco. La proa quedó oculta bajo un diluvio.
El práctico perdió de vista al petrolero. Llamó por radio al Sertosa 22 y preguntó si veía en su radar al buque. Sí; allí estaba el luminoso punto verde, correctamente colocado en medio de la enfilación. Pero un punto no tiene proa ni popa, de forma que era imposible saber que el Mar Egeo navegaba entonces en una trayectoria que le conducía directamente contra la costa. En efecto, a las 4.35 el rumbo del petrolero era de 190, bastante alejado de los 108 previstos. Los radares sufrieron las consecuencias de la tormenta eléctrica, y desde la pantalla del Sertosa 22 dejó de verse momentáneamente el eco del petrolero. Para el práctico, sólo quedaba avanzar por la enfilación en busca del buque mientras era sacudido por el duro y repentino chubasco.
A las 4.55 la lluvia amainó y el práctico pudo contemplar al buque embarrancado. El Mar Egeo estaba firmernente metido en las piedras hasta la mitad de la eslora y con el tercio de popa flotando a merced de las olas, cimbreándose y amenazando con partirse en dos [lo que finalmente ocurrió a las 10.07 de ese día 3. Siete de sus nueve tanques estallaron entonces en llamas]. El práctico acercó su lancha hasta el buque y, no sin grandes dificultades, ascendió por la escala respirando un penetrante hedor a crudo. Cuando remontó hasta el puente para ponerse a disposición del capitán, la máquina del buque estaba parada. La investigación de los hechos está en marcha desde ese 3 de diciembre, tanto por el juez como por la Comisión de Investigación de Siniestros de Marina Mercante.
JUAN CARLOS ARBEX 07/04/1993
http://www.elpais.com/articulo/espana/ultimas/millas/Mar/Egeo/elpepiesp/19930407elpepinac_7/Tes
Los minutos posteriores a las 4.30 fueron muy oscuros en la zona de la torre de Hércules. El Observatorio Meteorológico de La Coruña registró en ese momento vientos superiores a los 100 kilómetros por hora, con una visibilidad inferior a los 100 metros. Eso significaba que, desde el puente del buque, no podría verse más que la mitad de la eslora del casco. La proa quedó oculta bajo un diluvio.
El práctico perdió de vista al petrolero. Llamó por radio al Sertosa 22 y preguntó si veía en su radar al buque. Sí; allí estaba el luminoso punto verde, correctamente colocado en medio de la enfilación. Pero un punto no tiene proa ni popa, de forma que era imposible saber que el Mar Egeo navegaba entonces en una trayectoria que le conducía directamente contra la costa. En efecto, a las 4.35 el rumbo del petrolero era de 190, bastante alejado de los 108 previstos. Los radares sufrieron las consecuencias de la tormenta eléctrica, y desde la pantalla del Sertosa 22 dejó de verse momentáneamente el eco del petrolero. Para el práctico, sólo quedaba avanzar por la enfilación en busca del buque mientras era sacudido por el duro y repentino chubasco.
A las 4.55 la lluvia amainó y el práctico pudo contemplar al buque embarrancado. El Mar Egeo estaba firmernente metido en las piedras hasta la mitad de la eslora y con el tercio de popa flotando a merced de las olas, cimbreándose y amenazando con partirse en dos [lo que finalmente ocurrió a las 10.07 de ese día 3. Siete de sus nueve tanques estallaron entonces en llamas]. El práctico acercó su lancha hasta el buque y, no sin grandes dificultades, ascendió por la escala respirando un penetrante hedor a crudo. Cuando remontó hasta el puente para ponerse a disposición del capitán, la máquina del buque estaba parada. La investigación de los hechos está en marcha desde ese 3 de diciembre, tanto por el juez como por la Comisión de Investigación de Siniestros de Marina Mercante.
JUAN CARLOS ARBEX 07/04/1993
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