bondadoso y sensato que afronta con estoicismo la dureza de su vida
cotidiana: “A menudo, la madre y el padre de Charlie acudían también a la
habitación y se quedaban de pie junto a la puerta, escuchando las historias
que contaban los ancianos; y así, durante una media hora cada noche, esta
habitación se convertía en un lugar feliz, y la familia entera conseguía olvidar
que era pobre y pasaba mucha hambre.” (pp. 17-18). Vive rodeado de adultos
familiar no lo permite. Su única debilidad es el chocolate, al que casi nunca
tiene acceso, pero su carácter generoso hace que se decida a compartir la
única chocolatina que recibe al año, con motivo de su aniversario: “Toma,
mamá, coge un trozo. La compartiremos. Quiero que todo el mundo la pruebe”
(p. 46). Charlie es un héroe de estirpe dickensiana: capaz de sobrevivir en un
ambiente hostil, sin perder la generosidad y la inocencia, y sin abandonar una
última esperanza aunque todo se ponga en su contra.
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