Willy Wonka es el extravagante propietario de la fábrica de chocolate, una
especie de geniecillo que vive encerrado en este fantástico reino: “Nadie lo ha
visto desde entonces. Nunca sale de la fábrica” (p. 30); y que es capaz de
realizar cualquier prodigio relacionado con el mundo de las golosinas: “El señor
Willy Wonka puede hacer caramelos que saben a violetas, y caramelos que
cambian de color cada diez segundos a medida que se van chupando, y
pequeños dulces ligeros como una pluma… Puede hacer chicle que no pierde
nunca su sabor, y globos de caramelo que puedes hinchar hasta hacerlos
enormes…” (p. 21). Su actitud y comportamiento escandalizan a los padres de
los otros niños, pero el señor Wonka es capaz de apreciar lo que hay dentro de
cada uno de los chavales y otorgarles su justa recompensa.
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