viernes, 10 de abril de 2015

EL ESPÍA DEL PASADO; JONATHAN COSTA LUENGO


EL ESPÍA DEL PASADO.


 

 

El inspector Enrique, Enri para familia y amigos, se despertó de nuevo exhausto. Había tenido la misma pesadilla desde hacía días. Se disponía a levantarse cuando pensó en ella. Jessica, su esposa, estaba a miles de kilómetros de allí, pero él la sentía cerca pese a todo. Después de unos minutos, al fin se levantó de la cama, tomo un café caliente, se vistió y salió a su despacho en el centro de la ciudad.

Desde su casa hasta su despacho, habitualmente, perdía cerca de media hora en llegar, pero hoy había demasiado tráfico. Al cabo de unos minutos, pasadas ya las nueve de la mañana, introdujo la llave en la cerradura y abrió la puerta. Sin poder pestañear ni una sola vez, entró muy sobresaltado al despacho con su arma en la mano. Estaba todo patas arriba. Buscó en los cajones, en los estantes y en su mesa de trabajo, hasta que recordó que el día anterior, al ver a un hombre que lo seguía desde hacía varios días, decidió esconderlo en un doble fondo del cajón inferior derecho de su mesa. Respiró aliviado al ver que seguía allí.

Después de acabar su jornada de trabajo, su hijo David lo fue a buscar, para que lo llevase en su coche, ya que no tenía dinero para coger la línea 12 del bus, que era el que más cerca de casa lo dejaba. Cuando llegaron, las luces estaban encendidas. Enri cogió su Walther P99 y se dirigió sigilosamente a abrir la puerta de su casa, luego de decirle a su hijo David que se quedase en el coche, preparado por si algo pasase. Al adentrarse en la vivienda, el humo de lo que parecía tabaco lo rodeó, como queriendo escapar de ahí. Vio una silueta en la cocina, pero apartó un instante la mirada para ver por la ventana si su hijo aun seguía bien, y al volver a mirar, esta ya había desaparecido. Siguió avanzando por el corredor oscuro, el cual daba a la cocina, y que conectaba con la sala de estar. En el mismo instante en el que cruzó la puerta, un disparó le penetró en el costado derecho, sin tiempo a ver al agresor. Su pesadilla había cobrado forma. David salió disparado hacia el lugar, en el cual encontró a su padre tirado en el suelo. Este le dijo tan solo unas palabras: Encuentra al culpable.

Días más tarde, ya celebrado el funeral de Enri, su madre regresó a su labor como profesora en el colegio Labaca, y David comenzó con la promesa que le había hecho a su padre. Comenzó buscando pistas alrededor de la casa, hasta que halló un trozo de una chaqueta, probablemente del asesino. En esa misma tarde, su madre la vio encima de la cama de su hijo cuando se disponía a recogerle la ropa sucia para meterla en la lavadora. Le preguntó por ella y le contó lo que había pasado y como la encontró. Jessica le dijo que era de un compañero suyo de trabajo, el profesor Sorge. Al día siguiente, David fue al trabajo con su madre para interrogar a Hans Sorge. Pasada hora y media, David salía del colegio, y parecía hacerlo no muy contento de sus resultados. Después de comer con su madre y su tía Judith, que también había regresado de su vivienda en el centro de Moscú, David se fue a la morgue en la que había estado su padre dos días antes, y en la que tenía un amigo de la infancia, y que se había comprometido a guardar los objetos personales de su padre. Al recogerlos, lo primero que hizo inmediatamente después de darle las gracias fue coger el coche de su madre, que se lo había prestado, e ir a su despacho. Abrió la puerta e inspeccionó cada rincón de él, hasta que se percató de que cuando era pequeño, su padre le había enseñado el doble fondo del cajón de su mesa. Lo abrió y saco el sobre con varias cartas que tenia dentro. Las leyó todas tranquilamente en el bar de la esquina, en el que había pedido una taza de café y tres sobres de azúcar. En esas cartas decía que un antiguo espía llamado Richard Sorge, nacido en territorio del antiguo Imperio Ruso en el año 1895, en la ciudad de Bakú, en el actual Azerbaiyán. Recordó a Hans Sorge, y que igual tenía parentesco directo con Richard. También recogía información sobre un experimento que Sorge había llevado a cabo con un doctor nazi en la época de la Segunda Guerra Mundial, allá por el año 1941, y en el que el doctor Josef Mengele intentaba experimentar con Sorge para congelarlo sin ningún tipo de consecuencias ni efectos secundarios, y que permaneciera así varios años, para luego descongelarlo y volver a la vida, con fines aún desconocidos. David se quedó de piedra mientras avanzaba en la lectura de esas cartas tan extrañas. Por un momento dudó de su originalidad, pero poco a poco se fue convenciendo y pensando que Hans podría tener mucho que ver en ese tema. Decidió irse a su casa a descansar, mañana sería otro día.

Al despertarse, miró a ver si su madre seguía en casa, y así era. Le preguntó si sabía de donde era Hans y si tenía parentesco con el espía alemán Richard Sorge. Ella sabía que era alemán, pero no si mantenía parentesco con ese tal Richard. David le pidió el favor de preguntárselo, y ella accedió. Ese día le tocaba hacer la comida a David, ya que su madre tenía que quedarse una hora más con unos alumnos castigados. Pasaba el tiempo pero su madre no aparecía, asi que decidió llamarla. No lo cogía, y eso era raro en ella, salvo que estuviera aún en clase. Decidió esperar otro rato a ver si aparecía y, si no lo hacía, volver a llamarla. David se preocupó por ella cuando pensó en lo que le había pedido que hiciera, y decidió ir en su busca al colegio. Le preguntó a la secretaria si sabía donde se encontraba, pero esta le dijo que ya se había ido. David recorrió el colegio en su búsqueda, hasta que, desesperado, salió a buscar su coche. No lo encontraba, de modo que optó por llamar a la policía. Esta rastreó su coche y lo encontraron en un callejón, a poco mas de diez kilómetros del colegio. David empezó a llorar desconsoladamente cuando vió el cadáver de su madre, ensangrentado y lleno de marcas. La policía investigó el caso, pero David sabía que no lo harían intensamente, así que decidió investigarlo el mismo por su cuenta, accediendo a información con el número de identificación de su padre en el registro de archivos de la policía.

Llevaba días sin dormir una noche completa. Cuando conseguía quedarse dormido, recordaba a sus padres y se despertaba emocionado, con la lagrima a punto de salir. Una noche, antes de irse a dormir, le dijo a su tía Judith que si le ayudaría a desenmascarar al asesino de sus padres, y esta no se lo pensó dos veces, y le dijo que si. Juntos reunieron información sobre Sorge, su principal culpable. Intentaron por todos los medios encontrar algo que lo identificara, pero por mas que buscaban, incluso en los documentos de la policía, no encontraron nada. Decidieron tomarse un respiro, e ir unos días a una casa en un lago que su padre había comprado para Jessica y para él cuatro años después de nacer David. Se despejaron la mente y volvieron al trabajo, desde cero. Revisaron todos los papeles que tenía su padre en su despacho, y dieron con algo bastante inquietante, aunque a la vez interesante. El tal Sorge no tenía papeles ni identificación. Su padre barajaba la posibilidad de que se tratase de Richard Sorge que, junto al doctor Mengele, habían conseguido su propósito. Ellos, al igual que su padre, pensaban que era ridículo, pero otra parte de ellos les decía que podía ser posible. Luego planificaron un plan bastante alocado, peligroso y arriesgado. Si les salía mal podrían ir a la cárcel, pero no les importo a cambio de descubrir la verdad sobre Sorge. El plan consistía en esperar a que todos los profesores salieran del colegio y seguir a Sorge hasta su casa, luego llamar a la puerta y obligarle a seguirlos hasta su casa, sin que el viera en donde se encontraba su residencia.

El día de la verdad llegó. Esperaron a que todos los profesores se fuesen, pero no veían a Sorge por ningún lado. Decidieron adentrarse en el colegio en su busca, indefensos salvo por el arma que era propiedad del padre de David. Llegaron a la cafetería del colegio, donde vieron a una persona sentada, comiéndose lo que parecía un sándwich o un bocadillo. Le hicieron darse la vuelta y, efectivamente, era Sorge. Le preguntaron que que hacía allí, si ya era hora de irse, y este le respondió que vivía ahí. Se quedaron un poco atónitos ante su revelación, pero decidieron seguir igualmente con su plan. De manera que se acercaban a él iban conversando con Sorge, hasta que llegaron a su lado. Hicieron un movimiento rápido tapándole la cabeza con un saco, le ataron las manos y se lo llevaron hasta su coche, procurando que nadie los viera con él en ese estado. Al fin llegaron a su casa, donde lo llevaron al sótano. Poco después le quitaron el saco de la cabeza. Les sorprendió su estado de tranquilidad. Le hicieron muchas preguntas, pero Sorge se negaba a responder, hasta que le hablaron del doctor Mengele. Luego, Hans, o mejor dicho Richard, les contó que la razón por la cual hicieron tal experimento. Les contó que en el año 1940, uno antes de empezar el proceso de congelación de Richard, este fue capturado por un pelotón de alemanes del 1er Batallón del Regimiento Der Führer, de la División SS Das Reich del Waffen-SS, en Oradour-sur-Glane, y que descubieron que era un espía. Pero en lugar de matarlo, lo llevaron a junto del mismísimo dictador Adolf Hitler. Este le dio dos caminos a elegir: unirse a ellos y seguir vivo o traicionarlos y morir. Este eligió unirse a ellos, pero tiempo más tarde, recibió órdenes de infiltrarse en la Unión Soviética y filtrar información a Alemania. Cuando llegó a Moscú, fue recibido por una persona que le era familiar, una persona con la que había compartido largas tardes tras varios años de su vida. Era su primo Bastian Sorge, que al igual que él, era una especie de espía, con la diferencia de que el ofrecía sus servicios a la Unión Soviética. Los dos se identificaron al instante, y Bastian ordenó que lo apresaran. Despues de torturarlo durante días, Richard confesó que lo habían enviado con el fin de recadar información útil para Alemania, y Bastian tuvo la idea de matarlo él personalmente. Fue a un bosque para que nadie lo viera, pero Richard consiguió cambiar a un soldado nazi abatido anteriormente en una batalla y huír a Alemania. Así, Richard Sorge consiguió volver con su amigo el doctor Josef Mengele con el propósito de congelarlo para vengarse en el futuro de los descendientes de Bastian.

Después de escuchar a Richard contarles su historia, les quedó una duda. ¿Qué tenían que ver sus padres con Bastian Sorge? Richard les respondió que su padre, Enrique García Adler, era nieto del hijo de Bastian. Con respecto a su madre, les confesó que sólo fue porque ella se estaba acercando a la verdad con las preguntas que le había hecho en el colegio. Finalmente, Richard decidió entregarse él mismo y no involucrar a ninguna persona más. Al llegar a la comisaría, los policías lo interrogaron, pero llegaron a pensar que estaba loco, y le hicieron un examen mental. Al final, la policía decidió llevarlo a un psiquiátrico para tratar su estado mental. Años más tarde, David y Judith lo visitaban semanalmente, hasta que un día, Richard no aguanto más su estancia en aquel lugar y se ahorcó en su celda. Finalmente, a David le quedó una duda: estaba loco de verdad o decía la verdad?

 


                  RICHARD SORGE

 


     
 
 
 
    
 
                   JOSEF MENGELE








JONATHAN COSTA LUENGO 3ºB
 

 

 

 

 

 

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