lunes, 13 de abril de 2015

Grieta al Pasado. De Fran Prado


Grieta al Pasado


Me desperté temprano, como cualquier otro lunes, desayuné, me vestí y salí hacia el colegio. AÚn por la calle seguía adormilado, como siempre. Llegue al colegio con tiempo de sobra como era habitual y me dirigí a la puerta. Allí, estaba mi amigo esperándome.


-Hola- le dije.

-Buenas- me respondió – ¿qué cuentas?

-No mucho, la verdad.


En ese momento suena la campana y entramos. Al entrar en clase, nos sentamos y sacamos los libros y el estuche. La profesora entra en clase.


-Buenos días- nos dijo antes de sentarse.


La clase comenzó y luego la siguiente y después la siguiente...

pero, antes de llegar al recreo, llamaron a la puerta. Era el


conserje, un hombre bastante callado y serio, pero muy trabajador y servicial. Venia a buscar a un par de niños por un conflicto que había sucedido ayer, entre ellos estaba yo.

Salimos de clase y lo seguimos hasta el despacho de la directora, pero no utilizamos las escaleras principales. Nos llevo hasta una puerta blanca doble que había en todos los pisos. Abrió la puerta con la manilla negra y nos dijo que entráramos. Era la primera vez que entraba en esa sala que, en realidad, eran unas viejas y deterioradas escaleras de metal. Estaba oscuro, la única luz que se veía, era la que procedía de unas sucias ventanas llenas de polvo. Bajamos hasta la planta baja, durante el descenso, pude ver montones de cajas viejas y rollos de papel, mapas enrollados y material escolar viejo. Cuando salimos de allí y entramos al despacho de la directora, una mujer bajita de carácter serio pero muy, muy amable; yo seguía pensando en ese las escaleras, esas viejas escaleras tan misteriosas. Después de la conversación con la directora, salimos al patio. Yo, fui corriendo hacia mi amigo y le empecé a describir todo lo que había visto, en esas escaleras.

Empezamos a especular sobre un motón de cosas, entre ellas, la idea de un posible tesoro escondido dentro de aquellas viejas cajas o entre los polvorientos montones de papeles. Nos fascino tanto la idea, que nos pasamos las restantes clases en las nubes. Al finalizar la ultima clase, nos dirigimos al comedor, entramos y empezamos a comer a toda prisa. Cuando acabamos tuvimos que esperar a que nos dejaran salir al patio para ir donde estaba la puerta, esperamos a que no hubiera nadie en el pasillo y entonces abrimos la puerta. Entramos rápidamente y empezamos a mirar entre las cajas y entre los papeles con la esperanza de encontrar algo. Pasaron los minutos y seguíamos sin encontrar nada, empezamos a aburrirnos de buscar, así que decidimos salir de allí pero entonces, apareció el conserje. No decía nada, simplemente nos miraba con cara sería. Entonces dijo con voz grave.


-¿Que estabais haciendo vosotros ahí?


-Estábamos paralizados por el miedo, hubo un largo silencio, el prosiguió.


-¿Os ha comido la lengua el gato?- dijo con tono sarcástico.

-Nosotros solo...- balbuceé aterrado.


En ese momento vino la directora, preguntando que estaba pasando. Nosotros seguíamos asustados, ella nos llevo hasta su despacho y allí nos pregunto que había pasado. Nosotros se lo contamos asustados por lo que nos pudiera suceder. Entonces ella soltó una leve carcajada. Nosotros nos quedamos atónitos y ella, aun con la sonrisa en la cara, nos dijo que no nos preocupáramos, que es bueno tener ilusión. Nos dijo que podíamos irnos, pero que no se volviera a repetir. Nosotros salimos de allí aliviados, a veces la imaginación nos juega una mala pasada.
 
 
 
 

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