LA SONRISA DE LUCÍNDA
Son las cuatro de la tarde, el sol entra por el ventanal
situado en Fernández Latorre. Ana mira la fuente luminosa de Cuatro Caminos,
abre la ventana ya qué se siente ahogada.
No hay nada que le guste mas que tomar el solen Bastiagueiro,
a sus 27 años disfruta haciendo senderismo. Coge la mochila, siempre lleva
manzanas y Acuarius. Hoy irá a O Carballo a ver a su madre Marina y a su abuela
Lucínda.
Cierra los ojos y recuerda a su abuela, siempre radiante con
vestidos de enormes flores. Algo le anda por su cabeza, la mirada lánguida de
su abuela, pero cuando le pregunta a su madre, nunca hay respuesta, como dice
su madre Marina extravagante y loca, ella
es así y es lo que hay.
Son las 5,10 cuando Ana llega a la imponente chalet de su abuela.
Lucínda con 86 años está radiante y ágil y con su amplia sonrisa se lanza
apresuradamente a los brazos de su nieta, ella dos tienen una complicidad, vivaz como una jovenzuela.
Marina está molesta, por la apariencia de su madre.
Marina: ¿ Y yo
qué? No saludas a tu vieja madre.
Ana: Ya voy... es
que la abuela salió corriendo.
Marina:
Excusas siempre esta ella antes que yo. Para ti soy la vieja.
Ana: No digas
tonterías, con 64 años y tu salud tan buena, estas magnifica.
Marina: !
Salud buena! Salud buena la de la abuela, siempre correteando como si tuviera
20 años, detrás de ti.
Ana: Mamá ella
siempre fue así, recuerda, yo de niña, no paraba y ella salía corriendo detrás
de mi, en el colegio, yo era oír la sirena y ella gritarme "ven aquí,
ahora Ana" no paraba quieta y siempre me gustaba correr, escapar.
Marina: Tu
abuela siempre con sus excentricidades, le gusta ser el centro de atención,
!Mira como viste!, Ya se ve, que no está bien de la cabeza.
Lucínda: !Ya está
bien! A ti todo te molesta, si hablo, porque invento y si estoy callada, porque
ya está pensando en mis locuras.
Ana se siente incómoda, su infancia siempre fue así, ellas
dos discutiendo, su madre trabajaba en la Fábrica de Tabacos y su abuela le
contaba esas viejas historias, invenciones de la gente, !vamos cuentos para
niños!
Pero ese día estaba
especialmente inquieta, había demasiada tensión en el aire.
Marina: Deberías
de comportarte, ser sensata, y dejarte de fantasías.
Lucínda: A ti
lo que te molesta es que sea diferente.
Marina: Tú
siempre inventas cosas para llamar la atención.
Lucínda: Tu
nunca me quisiste creer...Pero yo sé que me paso algo, algo que no logro
comprender.
Marina:
Acepta las cosas como son. Sino puedes dormir toma tus pastillas, el médico ya
te dijo que son los nervios.
Lucínda: ¿Que
nervios? Ya os gustaría verme todo el día sedada calladita.
Marina:
Deberías estar callada, así no le harías daño a Ana.
Ana: Dejar de
discutir, a la abuela hay que escucharla.
Marina: Tu
siempre de acuerdo con ella, dejándome a mi sola.
Ana: Mamá sabes que
te quiero, pero eres muy dura, si ella es feliz así.
Marina la interrumpe súbitamente.
Marina: Se
cree una gran dama. Mira su cara, a su edad no se debería pintar de esa manera.
Lucínda: Me
pinto, porque pronto vendrá mi otra hija.
Ana: ¡Callar ya!
Se hace un gran silencio, silencio que huele a miedo.
Marina no quiere oír hablar de eso, siempre, ese fantasma
ahí, mi madre es hija única pero... la cabeza de la abuela no está bien, se
imagina tener otra hija, la hija perfecta, amable y cariñosa, siempre
sonriendo.
Ana solo siente lastima, sola en esa habitación, donde no se
respira, no hay aire, solo secretos.
Ana no está dispuesta a ver tensa a su madre, tensa y a su
abuela así de clara y tajante.
Se dispone a terminar con esta situación de una vez, y si hay
algo... de verdad.
Coge el móvil para hacer una llamada: Buenas tardes: Agencia Napoleón.
Si, mire necesitaba un detective privado pero que fuera
reservado, es un asunto muy delicado.
Yo, soy Luis Suarez, el jefe, de ese tipo de asuntos, me
encargo yo personalmente.
Si le parece, podría pasarse mañana por mi despacho.
Le parece bien mañana a las 6.
Si, perfecto.
Ana está inquieta, no había dormido bien, explicar algo
personal la inquieta, pero está decidida
a saber porque su abuela es así, tiene pocos datos, pero para eso están los
detectives.
El despacho es luminoso, aunque huele a humedad, montones de
papeles desordenados encima de una vieja mesa de madera de caoba.
Buenos días, dijo una voz clara y fuerte.
Ana se siente segura.
Usted dirá.
Vera, estoy aquí por mi abuela Lucínda López Bello, que nació
en 1929, y tiene una hija, mi madre,
Marina Castro López. Y de mi abuelo no sé nada ya que murió de tuberculosis
cuando mi madre tenía 5 años.
Luis Suárez: Bien, y
... ¿Porque viene aquí?
Ana: Necesito que
investigue sobre la vida de mi abuela. Ella dice que tuvo otra hija, y claro,
!todo el mundo piensa que está loca!. Mi madre dice que como ella no es como la
abuela deseaba, se inventa lo de la otra, para fastidiar.
Luis Suarez:
Necesito datos. Y su madre, ¿vivió siempre en La Coruña?
Ana: Si, mi madre nació
aquí en el Hospital de Labaca, mi madre dice que nunca salieron de La Coruña,
que ella no ha visto mundo.
Luis Suárez es un hombre de 50 años, a su edad lo ha visto casi todo, pero esta historia le parece banal, no son peleas por la herencia, ni mujeres buscadoras de maridos infieles.
Esta historia, parece una tontería inventada por alguien
senil y fantasioso.
Pero algo le inquieta. ¿Y si fuera verdad? Que secretos
tendrán las paredes de un viejo hospital.
Poco sabe del hospital, salvo que estaba en Monserrat, y que
fue hecho por el arquitecto Leonardo Bescansa, llevado por el sacerdote José
Sánchez Mosquera y más tarde por el Magistrado de la Audiencia Pardo de
Andrade.
Sabe que las monjas de la Caridad que allí trabajaban, ahora
estaban en Madrid, así que llamaría a su amigo Jorge Salas, que además de ser
un importante político era amigo de la Iglesia y así será todo mas fácil.
Transcurrieron 2 meses, Jorge Salas manda una carta urgente,
ya que dentro de cuatro días tiene que estar en Coruña. Tiene buenas noticias
sobre el caso de Lucínda López Bello.
Hoy, 8 de Junio, para Luis Suarez, un buen día, su amigo
Solas lo ha llamado, ya está en la ciudad, y a las 6 de la tarde lo verá.
Salas: Caso resuelto
amigo, eso si ya sabes cómo van las cosas, tiene que darle una buena cantidad
al jardinero. La hermana Josefina dice que José el jardinero se encargaba de casi
todo en el Hospital Labaca, cuando hablaba no paraba, pero eso sí, cuando le
hacen preguntas dice "no recuerdo" y otras evasivas. Bueno, en
resumen, Lucinda López Bello, tuvo gemelas y ella no podía alimentarlas, así
que las monjas decidieron que la niña llevaría mejor vida en una buena casa.
Fue llevada a Valencia con una familia adinerada.
Suarez sonríe, este caso era más complicado de lo que
parecía. Últimamente en las noticias hablaban sobre los robos de bebes y la
implicación de la Iglesia.
Son buenas noticias para él, y para su clienta, y su abuela
no está loca.
Por lo que piensa que él será famoso y se imagina en la TV
haciendo entrevistas, ganando mucho dinero.
Pero eso, es otra historia.
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