EL MONTE
Max Aub
Cuando Juan salió
al campo, aquella mañana tranquila, la montaña ya no estaba. La llanura se
abría nueva, magnífica, enorme, bajo el sol naciente, dorada.
Allí, de memoria de hombre, siempre hubo un monte, cónico,
peludo, sucio, terroso, grande, inútil, feo. Ahora, al amanecer, había
desaparecido.
Le pareció bien a Juan. Por fin había sucedido algo que valía
la pena, de acuerdo con sus ideas.
-Ya te decía yo – le dijo a su mujer.
-Pues es verdad. Así podremos ir más de prisa a casa de mi
hermana.
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