FINAL
Esteban Dublín
Siempre que me sumerjo en el placer de la escritura, mis personajes derivan en la muerte de manera irremediable. A Mariana le asesté una ballesta en la frente, a Ramón lo lancé de un rascacielos, a Juanse lo fulminé por un capricho del destino y a Pedro lo condené a un voraz linchamiento. Los crímenes, a pesar de pertenecer a la ficción, me han supuesto más de un susto. En las noches, las voces de los caídos me susurran al oído el placer de su venganza y no exagero si digo que en más de una ocasión he visto sus sombras traducidas en fantasmas. Al borde de la demencia, delirante por los lamentos y las apariciones de mis personajes, he decidido escribir una historia donde el protagonista soy yo.
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