No sabría cómo describir un reptil, quiero decir, no es un perro, no hace nada más que comer y cagar, bueno, e intentar escapar de mis garras.
A mi iguana solía volverle loca la lechuga, lechuga que después defecaba en mí mano, como muestra de su gran afecto por mí. Es una broma, por supuesto, lo del afecto por mí, ella realmente se cagaba en mí, así tal cual, literal. No nos quería para nada.
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