sábado, 7 de diciembre de 2013

A callarse.

Ahora contaremos doce 
y nos quedamos todos quietos. 



Por una vez sobre la tierra 



no hablemos en ningún idioma, 

por un segundo detengámonos, 

no movamos tanto los brazos. 



sin locomotoras, 

todos estaríamos juntos 

en una inquietud instantánea. 



Los pescadores del mar frío 

no harían daño a las ballenas 

y el trabajador de la sal 

miraría sus manos rotas. 



Los que preparan guerras verdes, 

guerras de gas, guerras de fuego, 

victorias sin sobrevivientes, 

se pondrían un traje puro 



y andarían con sus hermanos 

por la sombra, sin hacer nada. 



No se confunda lo que quiero 

con la inacción definitiva: 



la vida es sólo lo que se hace, 

no quiero nada con la muerte. 



Si no pudimos ser unánimes 

moviendo tanto nuestras vidas, 

tal vez no hacer nada una vez, 

tal vez un gran silencio pueda 

interrumpir esta tristeza, 

este no entendemos jamás 

y amenazarnos con la muerte, 

tal vez la tierra nos enseñe 

cuando todo parece muerto 

y luego todo estaba vivo. 



Ahora contaré hasta doce 

y tú te callas y me voy. 







Pablo Neruda, « A callarse » dans ( Estravagario ),  De «Odas elementales» a «Memorial de Isla Negra», 1954-1964, (Obras completas, tomo II) page 630:631  Edición de Hernán Loyola. Galaxia Gutemberg, Barcelona, 1999.  

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