y nos quedamos todos
quietos.
Por una vez sobre la
tierra
no hablemos en ningún
idioma,
por un segundo
detengámonos,
no movamos tanto los
brazos.
sin
locomotoras,
todos estaríamos
juntos
en una inquietud
instantánea.
Los pescadores del
mar frío
no harían daño a las
ballenas
y el trabajador de la
sal
miraría sus manos
rotas.
Los que preparan
guerras verdes,
guerras de gas,
guerras de fuego,
victorias sin
sobrevivientes,
se pondrían un traje
puro
y andarían con sus
hermanos
por la sombra, sin
hacer nada.
No se confunda lo que
quiero
con la inacción
definitiva:
la vida es sólo lo
que se hace,
no quiero nada con la
muerte.
Si no pudimos ser
unánimes
moviendo tanto
nuestras vidas,
tal vez no hacer nada
una vez,
tal vez un gran
silencio pueda
interrumpir esta
tristeza,
este no entendemos
jamás
y amenazarnos con la
muerte,
tal vez la tierra nos
enseñe
cuando todo parece
muerto
y luego todo estaba
vivo.
Ahora contaré hasta
doce
y tú te callas y me
voy.
Pablo Neruda, « A
callarse » dans ( Estravagario ), De «Odas elementales» a «Memorial de Isla
Negra», 1954-1964, (Obras completas, tomo II) page 630:631 Edición de Hernán
Loyola. Galaxia Gutemberg, Barcelona,
1999.
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