miércoles, 6 de noviembre de 2013

Lenguaje postural. Educación y género

Otro aspecto que tiene que ver con la represión de la sexualidad femenina, que se inicia en la más temprana infancia, es la estricta educación postural que ...nos disciplina para sentarnos en sillas con las piernas juntas y la pelvis rígida, forzando el ángulo recto e impidiendo su posición natural y su balanceo. La vida a ras de suelo, como todavía vemos en algunos pueblos no occidentalizados, y concretamente la posición en cuclillas, con el sacro casi tocando el suelo, las piernas dobladas y abiertas a la altura del pecho hace que el útero quede suelto y descienda; en cambio cuando nos sentamos en una silla, se queda aprisionado. La forma de vida a ras de suelo, con su continuo agacharse y levantarse, además hace que la pelvis esté en continuo balanceo, movilizando los músculos del vientre. Sabemos que el movimiento de la pelvis desencadena el del útero; como también sucede cuando apretamos las nalgas o los muslos, cuyo roce interno acaricia las paredes uterinas y desencadena su temblor y su latido.
Así mismo la forma de agachamos cambia. Si nos fijamos, las mujeres africanas y otras de culturas poco occidentalizadas, se agachan sacando el trasero, a diferencia de las que hemos sido educadas en Occidente, que hemos aprendido a agacharnos forzando la columna vertebral, para doblamos metiendo el trasero sin balancear la pelvis; aquí, agachamos sacando el trasero se consideraría una obscenidad. Sin embargo, nuestra manera de doblarnos para agachamos, no es natural ni es buena para la columna. Invito a probar a agacharse sacando el trasero, para comprobar que de esta manera, la columna siguiendo los huesos pélvicos, no sufre; por el contrario, es una postura cómoda en la que se puede realizar cualquier tarea. Toda esta educación que acontece a lo largo de la socialización de las niñas, es lo que hace que desde hace siglos los úteros sean

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