El puente de A Gaiteira nace para vadear el río Monelos. Este punto era
considerado el límite de A Coruña hasta la anexión del municipio de Oza y fue
uno de los escenarios de la defensa de la ciudad contra los ingleses en 1589.
Las tropas de Drake, recién desembarcadas en la playa de Oza, se enfrentaron
aquí contra los soldados coruñeses que salieron a su encuentro y que intentaron
frenar su avance. Entre los vigilantes que hubo aquí para controlar el acceso a
la ciudad hubo una mujer, famosa por su habilidad con la gaita y que dio nombre
al barrio.
¿Quién podía
imaginar a cien navíos ingleses cayendo sobre La Coruña? A media tarde otro
aviso dio confirmación a lo que era inimaginable: ¡Llegan los ingleses!
En la mañana del jueves 4 de mayo una enorme fogata en Cabo
Prioriño avisaba que el destino de la enorme flota inglesa era La Coruña. La Invencible
inglesa, a paso lento frente a las costas de Mera se situó a la una del
mediodía hacia el interior de la ría sin encontrar la menor resistencia,
fondeando fuera del alcance de los cañones del castillo de San Antón, y comenzó
en el arenal de Santa María de Oza el desembarco con catorce lanchones de las
numerosas tropas: 120 capitanes, 17.390 soldados, 1.380 caballeros, 95 jinetes,
4.100 marineros y 290 colonos.
La Coruña
disponía en ese momento de una guarnición excepcionalmente numerosa, pues a los
150 hombres de Álvaro de Troncoso había que sumar los 500 soldados viejos de
infantería de Marina que eran la base de la defensa coruñesa; soldados bragados
de los Tercios viejos de infantería española curtidos en mil batallas,
compenetrados con sus capacitados oficiales y jefes, que regresaron en los
buques de la Gran Armada que vinieron a reparar; y además de estos
extraordinarios profesionales, los mejores infantes de su época, hay que contar
a 560 coruñeses levantados en armas (220 arcabuceros y 340 piqueros) al mando
de Meiranes, Montoto, Cotrofe y Del Lago. Esto hacía una formidable guarnición
de unos 1.200 hombres.
Nada que ver con los 23.375 individuos que traían los ingleses. Esta desproporción se explica porque Drake no tenía órdenes de atacar La Coruña, sino de designios mucho mayores. Su escuadra era la apropiada para grandes empresas y no para tomar una ciudad con una población total de unos 4.000 habitantes.
Nada que ver con los 23.375 individuos que traían los ingleses. Esta desproporción se explica porque Drake no tenía órdenes de atacar La Coruña, sino de designios mucho mayores. Su escuadra era la apropiada para grandes empresas y no para tomar una ciudad con una población total de unos 4.000 habitantes.
En la organizada defensa de la Ciudad las mujeres fueron, en
principio, las encargadas de entregar agua y comida a todos los defensores a
fin de
que estos no abandonasen sus puestos ni un instante; puntualmente asistir a los
heridos y trasladar a los muertos. Días más tarde serían ellas las que
suministrarían pólvora, cuerda y proyectiles que ya empezaban a escasear por lo
que acabaron fabricándolos con todo lo que fuese metálico.
Además de
este trajín se encargaban de reforzar el perímetro por el interior y
terraplenar los cubos huecos consiguiendo así una solidez que las murallas no
tenían lo que permitió plantar sobre ellas piezas de artillería. Los niños y
los ancianos con movilidad estaban en permanente ayuda y realizaron trabajos
como el de acarrear desde las lonjas que estaban arrimadas al exterior del muro
todo el bizcocho que allí se guardaba (destinado como alimento a la despensa de
los buques que se hacían a la mar) y cuando no pudieron acarrear más por ser
sorprendidos por el enemigo incendiaron las lonjas con su contenido para no
caer en manos de los ingleses.
En la noche
del ocho de mayo se reúne un grupo representativo de los ciudadanos coruñeses
(sin la presencia de autoridades) que acuerdan firmar su famoso Voto, su
promesa particular en la que solicitan la protección de la Virgen del Rosario
para que las hordas inglesas no logren adueñarse de la ciudad. Una vez firmado
el documento, los firmantes se volvieron a sus puestos de defensa en la
muralla. La promesa consistía en celebrar anualmente una fiesta en honor de la
Virgen del Rosario, dotar a quince doncellas con veinte ducados a cada una,
atender a los pobres de la ciudad y hacer una procesión conmemorativa
Los sucesivos
ataques desde diversos puntos, propiciados por un invasor que parece no sentir
las bajas van desgastando y debilitando el poder defensivo de los sitiados. A
medida que esto ocurre las mujeres coruñesas van adquiriendo un mayor
protagonismo en todas las tareas de defensa. Ahora ya han dejado a niños y
ancianos las labores de apoyo y ellas cargan sus propias armas y las empuñan.
En una de las muchas escaramuzas que hubo en Puerta de Aires, María Pita
comandando un batallón de mujeres entra en combate en primera línea; después de
más dos largas horas de feroz batalla logran la retirada de los ingleses
dejando cientos de muertos y heridos; el desgaste ha sido tan intenso para los
sitiadores que ya no volverán a intentarlo, y esta hazaña comentada entre los
defensores de la muralla hizo que diversos capitanes utilizasen a las más
aguerridas en mayores cometidos.
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